Archivo de la categoría: Vivir no es vivir en la redacción

Sutilezas

Un quite a la verónica -por el izquierdo de ensueño el lance, música en Sevilla- pasó de puntillas en la tierra de Chicuelo II.

Vicente Zabala de la Serna. ABC, 11 de septiembre de 2009.

Y es verdad, joder, es verdad. Gracias por decirlo sin herir, Zabala.

Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid…

El País(.com) revuelve el canasto de la ropa sucia (y sexy).

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Yo también he sido

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Estas medidas, contra los del Tomate y contra los informadores «serios» vendidos, que cada día injurian y calumnian la inteligencia de 40 millones de españoles. A tomar por culo (nunca mejor dicho) con esta ñoñez. Solidaridad con El Jueves. Yo también he sido.

El Niño de la Media Luna

Victoria Prego, hoy en El Mundo, sobre Jamal Zougam:

«De aspecto casi occidental, piel clara y mucho parecido con un famoso torero español de hoy (…)

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???????????????????????????????????????????????? ¿Cayetano?

 

«Lo de hoy es el encierro de verdad»

Manuel Molés, en elpais.com, que lleva retransmitidos entonces 5 encierros de mentira en Cuatro.

Así es el encierro de verdad:

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Fotos: galería elmundo.es.

Actualización: más chicha.

«Ortega, fenómeno, questás como nunca»

Hace unas semanas lo engañaba -o no-, se reía de él -eso seguro que sí-, a través de las ondas. Que le había contado Pepe Luis Segura que lo había visto muy bien en un tentadero. Y por eso lo llamó y entre adulaciones y mentiras se cachondeó de él. No quiero imaginar por cuánto o por qué. Me hervía la sangre escuchando aquello, por cómo se reía de un hombre de cuerpo y alma pochos. Pues esto no tiene ni puta gracia, que todo lo contrario. Me da una pena que me troncha los silbidos. Ya zumba el ventilador de la caca de los del Tomate. Que les den a ellos también una medalla de esas.

Los toros de Mihura

Y entre tentadero y tentadero Mihura escribió Tres sombreros de copa.

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Cuatro no llega al cinco. Suspenso.

Alucina: Raúl, el ex futbolista del Numancia, te cuenta el encierro. Ese, y peña de plantilla de Cuatro que no sabe ni por dónde mea una vaca y con pinta de estar pisando Pamplona por primera vez. Muchos reporteros diseminados a lo largo del recorrido del encierro para decir con mucha efusividad y emoción «por aquí todo preparado, faltan dos minutos», «mucha emoción en Estafeta, ya falta menos», con tonillo de Carrusel Deportivo. A David Casas le puede el amor a Prisa: «Vamos hacia nuestro sitio, hacia la plaza, donde sólo Cuatro tiene derecho a entrar». Esa ha sido su intervención. La efusividad se convierte en muermo cuando salen los toros. Te van explicando con una sosería y un desconocimiento manifiesto que si «van los cabestros por delante», «están entrando en Estafeta» o yo qué se. Ya, si lo veo, joder. Un encierro contado por Molés.

Solano, ya nunca más te pongo los cuernos.

Lo que dijo Fraga y algo más

Las 500 páginas largas de Hasta aquí hemos llegado nos las contó, con una gracia natural que hipnotizaba, el propio autor una noche de sábado en casa de Moeh. No obstante, leerlo -lectura obligatoria de la profe Rosa– me ha servido para poner orden y profundizar en una vida que nunca colaría como novela ni como guión cinematográfico. Por inverosímil. Si os digo que se recorrió África De Cairo a Cabo para encontrar a una nubia de la que se enamoró un amigo a través de la foto aparecida en una revista, ¿os lo creéis? Pues para qué seguir.

En la parte seria, sobresale el trabajo que lo convirtió en una celebridad de la prensa mundial: el reportaje de un tal Fidel Castro y de otro tal Ernesto Guevara que allá por los años 5o traían de cabeza a Batista desde la espesura verde de Sierra Maestra.

Con tanto viaje de película de aventuras, tanto trabajo novelesco, tanto beber y tanto follar –«¡Coño, Meneses, se ha pasado usted la vida bebiendo y follando!», le dijo Fraga al terminar de leer sus memorias-, con todo eso, decía, llega un momento en el que pierdes al Enrique Meneses ser humano, sepultado por los brillos de un personaje rocambolesco.

Y en estas te topas con un capítulo, muy al final, que te parte el alma y los esquemas sobre Meneses.

A él, inmunizado de lo mundano y lo mediocre, que ni las caricias de los maderos de Batista le impidieron fijar una situación cómica del trance, a él, como al común de los mortales, fue a su casa a visitarle la más perra y mediocre de las enfermedades. No a él, pero a su casa.

Y después de haber tragado con pena el capítulo, y de haber visto al Meneses terrenal, las cuatrocientas y pico páginas de antes ya no se ven igual. No sé cómo, pero no igual.

Os regalo el pasaje que más me ha gustado. 1963, marcha sobre Washintong. Martin Luther King acaba de pronunciar su famoso discurso I had a dream en el Lincoln Memorial:

En el lugar más alejado del Memorial, donde la gente estaba apretujada, encontré una vieja negra de pelo grisáceo. Se apoyaba contra un árbol mietras tapaba sus ojos con una mano y lloraba silenciosamente. Me acerqué para interesarme por lo que sucedía. Se llamaba Hazel Mangle Rivers, nacida en Athens, Georgia, en el sur profundo. Crió en Birminghan seis hijas y dos hijos.

-Es la primera vez que salgo de Birminghan, Alabama, tengo 80 años y hace un momento, un hombre blanco que iba con prisas me había pegado un empujón.

-¿Le ha hecho daño?- pregunté creyéndola herida.

-¡Oh, noooo!- pero me dijo «Excuse me, Madam!» (Perdón, señora). «He called me… Madam» (Me llamó señora). Nunca me había pedido perdón un blanco y me habían empujado muchas veces. El largo viaje ha valido la pena.

Y, por supuesto, pasaremos a ver la exposición, Reina.

En plato frío

No es que me parezca mal que alguien eche agua fría sobre las brasas de una tarde de pasiones desbordadas, no. El problema es que esta crónica me huele más a venganza por el día aquel en el que al que «se le notaron» el domingo en Barcelona «los casi cinco años de inactividad» no se quiso bajar la bragueta cuando el cronista se le puso de rodillas. A eso me huele. Porque si no, después de tanto jabón, a qué tánta palada de mierda. El mismo José Tomás que adulaba aquel día, señor, el mismo, es el que vimos en Barcelona tres meses después, pero entonces ya no le gustó. A qué va a oler entonces ésto, joder.

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Nota (innecesaria, pero bueno): Que no tengo nada ni con el uno ni contra el otro.