Hay quien piensa que Madrid en agosto es algo así como la muerte. Nada más lejos de la realidad porque calor, como en cualquier otro sitio del interior y a partir de ahí queda una urbe inmensa con la mitad de la mitad de gente que la rompe cuando no es julio ni agosto. En verano Madrid se esponja y se hace más vivible que nunca.
La otra tarde que el cielo estaba tontorrón me he pegao una pechá a andar sin rumbo, y a rotulador grueso y con la sola ayuda de mi memoria inmediata -y mi birriosa cámara de retratar- ha dado de sí tal que ésto: Sigue leyendo