No llore usted, José Antonio Morante, por torear así a la verónica, que ya lloro yo por tener que morirme sin poder llorar por torear así a la verónica.
Y por qué se tienen que seguir llamando verónicas, y no morantinas.
Yo estuve allí (gracias, David).
Y yo me tiré dos horas y media para decir en cuatro párrafos lo que tú dices en una frase. Cabrón…
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Y yo llevo veinte días en la nube, mientras los ángeles revolotean a mi alrededor, esparciendo un rumor celestial al compás de una bulería.
Anda ya, sensibleros, que si José Tomás que si Morante, el arte del toreo tiene un nombre y ese nombre es Padilla. El resto, farfolla.
😉