El Café Comercial es el café de doña Rosa, uno de tantos personajes que pululan por esa novela construida a base de celdillas y que comienza, precisamente, en este Café Comercial que lo es de doña Rosa en el relato de ficción que de forma tan cruda y magistral recoge el Madrid mísero de la posguerra, y cuyo autor, en un anuncio de la Guía Campsa, ante un plato de pochas, le decía, con tono de mala hostia -el único que tenía-, a una muchacha famélica: «Come, niña, que estás muy flaca».
Gallifante para el primero que ponga título y autor de la novela.
Cuchilladas D. C. 
Camilo José Cela en La Colmena
Yo mientras el premio sea un gallifante en vez un buen vinillo y su tapita de caña de lomo, por ejemplo, me niego a acertar. Así que pongamos «A un panal de rica miel» de Delibes, que guarda ciertas concomitancias.
Puf, unos amigos vivieron arriba del todo, en ese edificio y no te creas que le tenían demasiado cariño a la casera, además, dueña del café.
El café tiene cierto encanto… pero la sala de informática/internet es un fumadero no apto para asmáticos y otras gentes de mal respirar… Bien por el pique literario, Cuchillo.
Hombre cuando la caña te vale más que un Kebap un par de calles más abajo es que algo falla en ese café.
Si al menos el personaje de la novela fuera encanrador, pero ni por esas para mí que Don Camilo ya se olía los precios por aquella época.
«La Colmena» es uno de mis libros favoritos y los cafés como este, que rezuman solera e historia por los cuatro costados, me encantan. Un saludillo de nuvo, hombre incisivo. 😉
Como media huminidad sabe, yo he vivido treinta años enfrente y puedo asegurar que ese Café es gafe. No yo, todo el barrio.